jueves, 12 de julio de 2018

Teoría y práctica del "sucucho"

La vivienda-estudio de los arquitectos rosarinos Elisa Fuscaldo y Sebastián Gómez: solución eficaz y manifiesto generacional.



Por Ariel Hendler para ArquiNoticias
(Texto en base a la memoria de los autores)


Ícono. Sucucho es un nombre masculino, coloquial y despectivo. Quiere decir habitación pequeña, sucia, precaria, mal iluminada y mal ventilada. Lo llamamos “sucucho” y es nuestra vivienda-estudio. Sucucho es una forma irónica de referirnos a lo que buscamos cuando lo gestamos, o a cómo nació como idea. El objetivo inicial radicó justamente en eso, diseñar y ejecutar una vivienda-sucucho, entendida como un espacio pequeño en el que resolver nuestra casa y espacio de trabajo.


La ironía está en que, si un sucucho remite a algo precario, mal iluminado, mal ventilado, nuestro imperativo fue, desde el inicio, conseguir precisamente lo contrario, pero a su vez lograr esto en un espacio reducido que nos permitiera, por lo mismo, poder costearlo económicamente en las condiciones contextuales que precisábamos y deseábamos: una vivienda en un lote de Rosario de transición rural-urbana, tan recurrida en los últimos años como forma de adquirir lotes a costos accesibles, o cuanto menos en una proporción de costos lógica respecto a los costos de ejecución de obra propiamente –nos referimos a la realidad de mercado inmobiliario/constructivo actual: un lote urbano puede significar un costo igual o incluso superior al de ejecución propiamente de una vivienda tipo.




Contexto. Desde la perspectiva de estos dos frentes, encontramos como respuesta la premisa en cuanto al tamaño necesario del lote, a la par que el estudio, investigación y posterior determinación respecto a la vivienda a ejecutar en esas condiciones contextuales en particular. Sabíamos que podíamos adquirir a igual costo un lote urbano de escala de local o negocio comercial, que un lote tipo en el área metropolitana.



Dada la premisa anterior, de elección de contexto urbano, fijamos entonces a la vez la premisa arquitectónica y de recursos: la determinación de resolver nuestra vivienda en un lote de dimensiones ni inferiores ni superiores a 4x4 metros, en función tanto de recursos presupuestarios -del lote en sí mismo y consiguiente ejecución- como de posibilidades y potencialidades arquitectónicas. Encontramos entonces un local comercial sobre el cual operar, soñar y ejecutar este sucucho.


Materialidad. Siguiendo esta línea oscilante entre deseo, ideal y recursos concretos decidimos optar por un sistema constructivo tradicional, posible de ejecutarse con mano de obra no calificada y de bajo costo. Trabajamos con mampostería de ladrillos cerámicos con un recubrimiento completo en ladrillos comunes. El ladrillo colocado en este sentido nos permite operar con una especie de manto que protege, libera de la necesidad de posteriores tratamientos y, sobre todo, de poco o nulo mantenimiento en el largo plazo. Es además una pieza que se repite como unidad, y nos permite resolver en la manipulación de esa única unidad, una cantidad de situaciones distintas de permeabilidad de luz y filtro visual, además que distintas configuraciones del borde de contacto entre la masa construida y el exterior.


El ladrillo colocado de panderete en forma continua es superficie opaca, resistente y noble frente a las inclemencias de la medianera sur. Es también cubierta. Colocado apilado y liberando huecos es trama permeable a la luz, a la vez que filtro visual y además protección, que nos permite resolver un plano completo de luz en planta baja, resolviendo de todas formas el contacto directo a la calle con un eficiente filtro visual que cumple, además, las veces de seguridad y protección. Si quitamos unidades de la trama continua opaca, obtenemos huecos por donde entran puntuales rayos de luz que iluminan íntegro el hueco de escalera y a su vez que nos permiten un vínculo visual con el exterior sin invadir la privacidad del interior.


Sistema. La luz aparece en relación siempre a las operaciones en esta trama, tanto como en relación a las operaciones sobre la masa volumétrica. Formal y materialmente, trabajamos sobre la idea de una caja monolítica sobre la que operamos por sustracciones. Una primera sustracción resuelve el ingreso, como espacio de transición interior-exterior, haciendo las veces de “porche”. Una segunda arma el patio-balcón, que es foco visual de los dos niveles superiores, y que resuelve el borde interior-exterior como planos de luz: es un gran plano de luz el borde de este balcón respecto a la calle, y también son planos de luz los bordes entre este espacio de transición y los espacios interiores.


De esta operación resulta la doble altura del balcón, que compensa la huella reducida de este espacio en planta con el dramatismo de esta doble altura, que visualmente lo amplía, lo agranda en luz. Y que permite que una porción de cielo aparezca como foco visual.Una última substracción arma el espacio de terraza. Es el espacio abierto de mayor intimidad. Aunque totalmente rodeado de ciudad y densidad de construcciones, basta sentarse y mirar por encima de los parapetos, para encontrar sólo cielo, aire, luz. Y un acceso franco al sol.




Vínculos. Entre las operaciones sobre la trama continua de ladrillos y las operaciones sobre la masa volumétrica, existe una búsqueda orientada a configurar los espacios como una pausa, un punto intermedio, en la transición entre lo material tangible y lo material intangible. Los planos de luz son borde, o la opacidad de la trama de ladrillos continua es borde, o una transición entre una y otra situación es borde. La percepción de los espacios a la altura del ojo se relativizan con la divergencia de las alturas, los contrastes, las oposiciones.




En estas operaciones, los límites interior-exterior se desdibujan, las dimensiones también. Los valores absolutos se relativizan. No se trata de las dimensiones sino de las proporciones, no se trata tanto de la luz como presencia absoluta como de su aparición en distintas condiciones de filtro, de los reflejos y de sus miles de juegos de sombras. 


En un sentido programático, pero en la misma línea, no se trata de la cualidad sustantiva de los locales de la vivienda, como de las acciones que posibilitan: no existe el local cocina, existe la acción de cocinar; no existe el local oficina, existe la acción de trabajar; no existe el local living, existe la acción de sentarnos cómodos y reunirnos; no existe el local patio, existe la acción de salir al exterior y tomar sol.




Existe en esto una siempre presente relativización, divergencia, entre lo que cada espacio es objetivamente –una reducida huella de 4×4 m- y lo que resulta subjetivamente –espacios de vida-. Nos interpelamos sobre hasta qué punto las cualidades de luz, de visual, de elocuencia espacial, de optimización de equipamiento y mobiliario, pueden enriquecer no sólo la percepción sino además el uso de espacios que en otras condiciones subjetivas, pero iguales objetivas, resultarían mucho menos deseables para permanecer, para vivir.



Finalmente el sucucho nos encuentra posicionándonos en dos frentes, arquitectónico en particular y arquitectónico/urbano en general. Siguiendo la línea anterior, en primer término, arquitectónico, el sucucho nos significó, como intención y como desafío, la búsqueda del entendimiento de este espacio de vida no en términos de tamaño –reducido, sí- sino de escala, y esto mismo desde la óptica de lo que creemos que nos significa idear espacios en términos de arquitectura: pensar en términos de proporciones más que de dimensiones, de materia más que de materiales, de servicios o acciones más que locales programáticos, sobre el convencimiento de que del buen entendimiento de esto mismo, puede devenir lo que la arquitectura puede tener de mágica en el sentido de transformadora de una realidad que resultaría en otro sentido, mucho más acotada.




Investigación. Ampliando la mirada hacia lo arquitectónico/urbano, el sucucho nos implica además un posicionamiento respecto al rol de la vivienda contemporánea hoy. Para quienes estamos en esta franja etaria de inicio de un proyecto de vida, existe un completo sistema de endeudamiento para llegar a construir la casa para toda la vida, estática, concluyente, admitiendo además en ese marco, resignadamente, todo tipo de limitaciones. Creemos en una vivienda que admita etapas, pero aún así sea eficiente desde su inicio, que admita flexibilidad, mutaciones, en el marco de un presupuesto mucho más acotado que signifique una inversión inicial y no una deuda de por vida, y con la perspectiva de, en el mediano o largo plazo, ampliarse, transformarse.


Dentro de sí misma o en otra, en otro lugar y otro programa, pero sobre la base de una eficiente inversión inicial capaz de valorizarse en el tiempo y no sujeta, por el contrario, a caer en un ciclo de continua precarización, como es el caso de muchos proyectos de vivienda actuales que no pueden finalizarse ni construirse con calidad, o que se ejecutan en áreas de nulo equipamiento urbano, mucho menos mantenimiento.


Por último, en un sentido de macroescala, entendemos que subyace a esta aventura del sucucho un posicionamiento respecto a la ciudad: creemos y apostamos a una ciudad que se construya sobre la intervención sobre sí misma, sobre su densificación donde todavía hay tejidos abiertos susceptibles de transformarse y densificarse esperando adiciones, ampliaciones y modificación de usos, pero sobre lo existente, con infraestructura y servicios ya dados.


Entre una y otra reflexión, el sucucho nos significa una siempre presente experimentación. Nos deja algunas conclusiones, pero sobre todo preguntas abiertas. Transcurrió y transcurre como un ida y vuelta entre lo que creemos –idealmente- y lo que podemos –concretamente-, y más aún, cómo ese ida y vuelta nos hace repensar lo que creemos, en una siempre constante interpelación a nuestros posicionamientos e ideales frente a lo que entendemos que debemos ser y hacer como arquitectos, frente al rol de la vivienda hoy y frente al interrogante sobre cuál es el ideal de ciudad contemporánea actual.





Planta baja



Entrepiso



 Planta alta



Terraza 



Fachada



Corte



FICHA TECNICA
Obra: El Sucucho
Prooyecto y dirección: Arqs. Elisa Fuscaldo y Sebastián Gómez
Nombre del estudio/colectivo: S.TS Arquitectos
Ubicación: Entre Ríos 4901, Rosario, Santa Fe
Superficie total: 60 m2
Año: 2015/2018

Ubicación:

Street view:

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