La vivienda-estudio de los arquitectos rosarinos Elisa Fuscaldo y Sebastián Gómez: solución eficaz y manifiesto generacional.
Por Ariel Hendler para ArquiNoticias
(Texto en base a la memoria de los autores)
Ícono. Sucucho es un nombre masculino, coloquial y despectivo.
Quiere decir habitación pequeña, sucia, precaria, mal iluminada y mal
ventilada. Lo llamamos “sucucho” y es nuestra vivienda-estudio. Sucucho es una
forma irónica de referirnos a lo que buscamos cuando lo gestamos, o a cómo
nació como idea. El objetivo inicial radicó justamente en eso, diseñar y
ejecutar una vivienda-sucucho, entendida como un espacio pequeño en el que
resolver nuestra casa y espacio de trabajo.
La ironía está en que, si un sucucho remite a algo precario,
mal iluminado, mal ventilado, nuestro imperativo fue, desde el inicio,
conseguir precisamente lo contrario, pero a su vez lograr esto en un espacio
reducido que nos permitiera, por lo mismo, poder costearlo económicamente en
las condiciones contextuales que precisábamos y deseábamos: una vivienda en un
lote de Rosario de transición rural-urbana, tan recurrida en los últimos años
como forma de adquirir lotes a costos accesibles, o cuanto menos en una
proporción de costos lógica respecto a los costos de ejecución de obra
propiamente –nos referimos a la realidad de mercado inmobiliario/constructivo
actual: un lote urbano puede significar un costo igual o incluso superior al de
ejecución propiamente de una vivienda tipo.
Contexto. Desde
la perspectiva de estos dos frentes, encontramos como respuesta la premisa en
cuanto al tamaño necesario del lote, a la par que el estudio, investigación y
posterior determinación respecto a la vivienda a ejecutar en esas condiciones
contextuales en particular. Sabíamos que podíamos adquirir a igual costo un
lote urbano de escala de local o negocio comercial, que un lote tipo en el área
metropolitana.
Dada la premisa
anterior, de elección de contexto urbano, fijamos entonces a la vez la premisa
arquitectónica y de recursos: la determinación de resolver nuestra vivienda en
un lote de dimensiones ni inferiores ni superiores a 4x4 metros, en función tanto
de recursos presupuestarios -del lote en sí mismo y consiguiente ejecución-
como de posibilidades y potencialidades arquitectónicas. Encontramos entonces
un local comercial sobre el cual operar, soñar y ejecutar este sucucho.
Materialidad. Siguiendo esta línea oscilante entre deseo, ideal y recursos
concretos decidimos optar por un sistema constructivo tradicional, posible de
ejecutarse con mano de obra no calificada y de bajo costo. Trabajamos con
mampostería de ladrillos cerámicos con un recubrimiento completo en ladrillos
comunes. El ladrillo colocado en este sentido nos permite operar con una
especie de manto que protege, libera de la necesidad de posteriores
tratamientos y, sobre todo, de poco o nulo mantenimiento en el largo plazo. Es
además una pieza que se repite como unidad, y nos permite resolver en la
manipulación de esa única unidad, una cantidad de situaciones distintas de
permeabilidad de luz y filtro visual, además que distintas configuraciones del
borde de contacto entre la masa construida y el exterior.
El ladrillo colocado de panderete en forma continua es
superficie opaca, resistente y noble frente a las inclemencias de la medianera
sur. Es también cubierta. Colocado apilado y liberando huecos es trama permeable
a la luz, a la vez que filtro visual y además protección, que nos permite
resolver un plano completo de luz en planta baja, resolviendo de todas formas
el contacto directo a la calle con un eficiente filtro visual que cumple,
además, las veces de seguridad y protección. Si quitamos unidades de la trama
continua opaca, obtenemos huecos por donde entran puntuales rayos de luz que
iluminan íntegro el hueco de escalera y a su vez que nos permiten un vínculo
visual con el exterior sin invadir la privacidad del interior.
Sistema. La luz aparece en relación siempre a las operaciones en esta trama, tanto como en relación a las operaciones sobre la masa volumétrica. Formal y materialmente, trabajamos sobre la idea de una caja monolítica sobre la que operamos por sustracciones. Una primera sustracción resuelve el ingreso, como espacio de transición interior-exterior, haciendo las veces de “porche”. Una segunda arma el patio-balcón, que es foco visual de los dos niveles superiores, y que resuelve el borde interior-exterior como planos de luz: es un gran plano de luz el borde de este balcón respecto a la calle, y también son planos de luz los bordes entre este espacio de transición y los espacios interiores.
De esta operación resulta la doble altura del balcón, que compensa
la huella reducida de este espacio en planta con el dramatismo de esta doble
altura, que visualmente lo amplía, lo agranda en luz. Y que permite que una
porción de cielo aparezca como foco visual.Una última substracción arma el
espacio de terraza. Es el espacio abierto de mayor intimidad. Aunque totalmente
rodeado de ciudad y densidad de construcciones, basta sentarse y mirar por
encima de los parapetos, para encontrar sólo cielo, aire, luz. Y un acceso
franco al sol.
Vínculos. Entre las operaciones sobre la trama continua de ladrillos y
las operaciones sobre la masa volumétrica, existe una búsqueda orientada a
configurar los espacios como una pausa, un punto intermedio, en la transición
entre lo material tangible y lo material intangible. Los planos de luz son
borde, o la opacidad de la trama de ladrillos continua es borde, o una
transición entre una y otra situación es borde. La percepción de los espacios a
la altura del ojo se relativizan con la divergencia de las alturas, los
contrastes, las oposiciones.
En estas operaciones, los límites interior-exterior se
desdibujan, las dimensiones también. Los valores absolutos se relativizan. No
se trata de las dimensiones sino de las proporciones, no se trata tanto de la
luz como presencia absoluta como de su aparición en distintas condiciones de
filtro, de los reflejos y de sus miles de juegos de sombras.
En un sentido programático, pero en la misma línea, no se
trata de la cualidad sustantiva de los locales de la vivienda, como de las
acciones que posibilitan: no existe el local cocina, existe la acción de
cocinar; no existe el local oficina, existe la acción de trabajar; no existe el
local living, existe la acción de sentarnos cómodos y reunirnos; no existe el
local patio, existe la acción de salir al exterior y tomar sol.
Existe en esto una siempre presente relativización, divergencia, entre lo que cada espacio es objetivamente –una reducida huella de 4×4 m- y lo que resulta subjetivamente –espacios de vida-. Nos interpelamos sobre hasta qué punto las cualidades de luz, de visual, de elocuencia espacial, de optimización de equipamiento y mobiliario, pueden enriquecer no sólo la percepción sino además el uso de espacios que en otras condiciones subjetivas, pero iguales objetivas, resultarían mucho menos deseables para permanecer, para vivir.
Finalmente el sucucho nos encuentra posicionándonos en dos
frentes, arquitectónico en particular y arquitectónico/urbano en general.
Siguiendo la línea anterior, en primer término, arquitectónico, el sucucho nos
significó, como intención y como desafío, la búsqueda del entendimiento de este
espacio de vida no en términos de tamaño –reducido, sí- sino de escala, y esto
mismo desde la óptica de lo que creemos que nos significa idear espacios en
términos de arquitectura: pensar en términos de proporciones más que de
dimensiones, de materia más que de materiales, de servicios o acciones más que
locales programáticos, sobre el convencimiento de que del buen entendimiento de
esto mismo, puede devenir lo que la arquitectura puede tener de mágica en el
sentido de transformadora de una realidad que resultaría en otro sentido, mucho
más acotada.
Investigación. Ampliando la mirada hacia lo arquitectónico/urbano, el
sucucho nos implica además un posicionamiento respecto al rol de la vivienda
contemporánea hoy. Para quienes estamos en esta franja etaria de inicio de un
proyecto de vida, existe un completo sistema de endeudamiento para llegar a
construir la casa para toda la vida, estática, concluyente, admitiendo además
en ese marco, resignadamente, todo tipo de limitaciones. Creemos en una
vivienda que admita etapas, pero aún así sea eficiente desde su inicio, que
admita flexibilidad, mutaciones, en el marco de un presupuesto mucho más
acotado que signifique una inversión inicial y no una deuda de por vida, y con
la perspectiva de, en el mediano o largo plazo, ampliarse, transformarse.
Dentro de sí misma o en otra, en otro lugar y otro programa,
pero sobre la base de una eficiente inversión inicial capaz de valorizarse en
el tiempo y no sujeta, por el contrario, a caer en un ciclo de continua precarización, como es el caso de muchos proyectos de
vivienda actuales que no pueden finalizarse ni construirse con calidad, o que
se ejecutan en áreas de nulo equipamiento urbano, mucho menos mantenimiento.
Por último, en un sentido de macroescala, entendemos que
subyace a esta aventura del sucucho un posicionamiento respecto a la ciudad:
creemos y apostamos a una ciudad que se construya sobre la intervención sobre
sí misma, sobre su densificación donde todavía hay tejidos abiertos
susceptibles de transformarse y densificarse esperando adiciones, ampliaciones
y modificación de usos, pero sobre lo existente, con infraestructura y
servicios ya dados.
Entre una y otra reflexión, el sucucho nos significa una
siempre presente experimentación. Nos deja algunas conclusiones, pero sobre
todo preguntas abiertas. Transcurrió y transcurre como un ida y vuelta entre lo
que creemos –idealmente- y lo que podemos –concretamente-, y más aún, cómo ese
ida y vuelta nos hace repensar lo que creemos, en una siempre constante
interpelación a nuestros posicionamientos e ideales frente a lo que entendemos
que debemos ser y hacer como arquitectos, frente al rol de la vivienda hoy y
frente al interrogante sobre cuál es el ideal de ciudad contemporánea actual.
Planta baja
Entrepiso
Planta alta
Terraza
Fachada
Corte
FICHA TECNICA
Obra: El Sucucho
Prooyecto y dirección: Arqs. Elisa Fuscaldo y Sebastián Gómez
Nombre del estudio/colectivo: S.TS Arquitectos
Ubicación: Entre Ríos 4901, Rosario, Santa Fe
Superficie total: 60 m2
Año: 2015/2018
Ubicación:
Street view: